Jueves, 11 de junio de 2020
¡Buenos días desde casa!

A colación de lo que ha pasado en los últimos meses, y con esa frase tan repetida últimamente de que debemos ser responsables y que cuidarnos a nosotros es cuidar de los demás, os traigo hoy una lectura.

Un científico, que vivía preocupado por la justicia social y los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.

El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. 
Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo:

- Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie. 


Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.

- Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? 

- Hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lo lograste?
- Papa yo no sabía cómo es el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.


Esta historia nos enseña que está en nosotros la solución a los problemas del mundo, está en nosotros hacer realidad la justicia social, que tiene como esencia la distribución equitativa de todo aquello que se considera el bien común en una sociedad. Las personas podemos cambiar el mundo, nosotros podemos hacerlo, y lo hacemos cuando salimos de nosotros mismos y pensamos en los demás

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