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¡Buenos días! 

Hoy os ofrecemos tres pequeños cuentos cortos y os animamos a que escribáis, cualquier cosa, cualquier sentimiento, cualquier hecho ocurrido. ¡Déjate llevar por tu imaginación!

SILENCIO

por GemmaMC

«Despertó sobresaltada y sudorosa, como muchas otras veces debido a las continuas voces que invadían su casa y su mente, pero esta vez no había ruidos que perturbasen su descanso. Fue a refrescarse y mientras contemplaba el reflejo que devolvía el espejo del baño una sonrisa siniestra se dibujó en su cara dejando asomar la dentadura perfecta. ‘Todos muertos’ susurró. Volvió a la cama y siguió durmiendo. Silencio, al fin silencio…»

ABANDONAR EL NIDO
por Danny Vega Méndez
«El adolescente saca por la ventana la maleta forzosamente lista para su gran escape. El motivo: la negación de su madre ante su deseo de ir al río con sus compañeros de travesuras.
Diego cree que ya fue suficiente, pues tiene 13 años y aún su madre es quien decide por él: ¡Diego haz esto; Diego te prohíbo hacer esto! Se siente abrumado por sus pensamientos y los consejos de quienes dicen ser sus amigos: “Eres un gobernado por tu mami” “Niñita de mamá”.
Sin embargo, su hazaña fue descubierta por su abuelo. Hombre de campo graduado en la universidad de la vida sosegada y sabia; anciano amante de usar el sombrero al estilo de la pedrada, de mirada fija, manos rudas por el trabajo y de mentalidad lúcida y vivaz. Sorprende a su nieto en su gran escape. Lo toma de la mano sin pronunciar palabra hasta llevarlo a un árbol caído que les servirá de banco y testigo del relato de una gran enseñanza:
– “¿Sabes por qué las aves pueden volar?, una pregunta obvia para Diego, alguien que cree saberlo todo. Sin embargo, aprendió algo nuevo aquella tarde. “No solo vuelan porque tienen alas. Vuelan porque se preparan para hacerlo. Cuando un pajarito imprudentemente quiere volar antes de tiempo, sube al borde de su nido y se lanza. Pero sus pequeñas alas no están preparadas para ese instante de su vida. Y entonces, ¡el gran chasco! Se estrella contra el suelo. La caída puede lesionarle de por vida. Y un pájaro que no vuela no es un pájaro. No te adelantes a tu tiempo. Tu madre y los que te amamos sabemos que no es tu tiempo de volar. Además, el pajarito que se lesiona no solo no puede volar, sino que no regresa al nido”.
Aquel anciano toma su modesto sombrero. Se levante en silencio; y se aleja. Diego mira su nido y piensa que algún día volará a otro lugar. Pero hoy no será ese día. »

(sin título)
por Kike
«Lo último que vi fue mi reloj marcando las 12:07 de la madrugada, mientras algo me apuñalaba con sus largas uñas podridas, y utilizaba su otra mano para acallar mis gritos.
Me desperté de golpe, aliviado al comprobar que todo era un sueño. El reloj marcaba las 12:06, cuando la puerta de mi armario comenzó a abrirse. »

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