¡Buenos días!


Ayer estuvimos hablando que tenemos que hacer un gran esfuerzo para terminar este trimestre con éxito. Nos queda menos de un mes para terminar la segunda evaluación.
Durante la época en la que vivís, la adolescencia, cuesta más trabajo motivar a chicos y chicas para que se esfuercen en sus tareas. Por eso, traigo este cuento sobre el esfuerzo, que puede ser una herramienta muy útil para explicar por qué el esfuerzo y la perseverancia son tan importantes en nuestro día a día.



Un día, mi hija se encaprichó de algo difícil de encontrar. Buscamos en varias tiendas y no lo encontramos. Ella en seguida se derrumbó y pensó:
– ‘Ya no hay nada que hacer’.
Así que volvimos a casa, pero antes de subir, le dije:
– ‘Me acabo de acordar de otra tienda… ¿probamos?’.
Ella desistió. Dijo que no lo encontraríamos nunca y que prefería quedarse en casa. A lo que yo contesté:
– ‘Pues yo voy, porque a cabezotas no me gana nadie’.
Y, después de caminar bastante para llegar hasta aquella tienda… ¡bingo! Encontré lo que buscaba. Llamé a mi hija y le dije:
– ‘¿Sabes qué es perseverancia?’.
Ella respondió que no.
– ‘Pues, cuando llegues a casa lo entenderás’.
Y claro… ¡menuda alegría se llevó al ver que había encontrado lo que buscábamos! Entonces, antes de dárselo, le dije:
– ‘Esto es perseverancia. Tú te diste por vencida y yo no. Al final, quien la sigue, la consigue. Pero no es fácil: hace falta esfuerzo, porque es más cómodo quedarse en casa tumbado…. y por supuesto, ser lo suficientemente testaruda como para no ceder en el empeño’.
Esta lección se le quedó grabada para siempre. Desde entonces, lucha más, se esfuerza más y sabe que si no se rinde, puede lograr lo que se proponga. El esfuerzo viene a ser como esa dosis de vitaminas que nos ayuda a avanzarLa perseverancia, la necesidad de no olvidar ni un solo día tomarnos esa pastilla de vitaminas llamada esfuerzo.

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